Como «Gripecita» tildaron muchas personas al coronavirus COVID-19, incluso el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, utilizó el termino en par de ocasiones. Se indica que la tasa de mortalidad del COVID-19 es de un 3.5% aunque en países como Italia este registro sobrepasa el 10%, por su parte el H1N1 registra un tasa de mortalidad de 0.03%. Si a eso adicionamos el hecho de que la transmisión del primero es mucho más rápido, nos podemos hacer una idea del por qué no fueron necesarias cuarentenas de países completos en el 2009.
Tedros Adhamos Gebreyesus, directo de la OMS dijo:
“Aunque el COVID-19 se acelera muy rápido, se desacelera mucho más lento. En otras palabras, el camino hacia abajo es mucho más lento que el camino hacia arriba. Eso significa que las medidas restrictivas deben levantarse lentamente y con control. No puede ser todo de una vez”.
Si tomamos en consideración esas declaraciones, los países deben ser muy cuidadosos al momento de levantar la cuarentena y todos tendremos que cambiar nuestros hábitos para colaborar en que no haya otro brote, la sociedad deberá acostumbrarse a mantener alguna forma de distanciamiento social permanente.
Tenemos una gran tarea pendiente sobre qué hacer, con los cines, las plazas comerciales y los estadios deportivos por solo citar algunos casos.
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